En medio de la parálisis que amenazan la economía y el mercado, además de la incerteza que rodea una industria en plena transformación como la del motor, el regreso a la actividad en la factoría de Ford Almussafes se afronta este año con esperanza, deseoso de buenas noticias, tras un primer semestre demoledor, con una caída del 41% de la producción por la pandemia y los ajustes de la demanda.
«Este otoño se pueden empezar a despejar incógnitas», confía Carlos Faubel, presidente del comité de empresa y máximo responsable de UGT en la multinacional. La noche de este domingo se reinicia la producción de vehículos y, a partir del lunes, también de motores bajo el síndrome del inestable comportamiento del mercado.
En este contexto, desde la plantilla se asume que probablemente tendrán que sentarse de nuevo con la dirección para negociar un nuevo expediente de regulación temporal de empleo (ERTE), el enésimo, ya que es posible que la producción, prevista en 1.640 vehículos al día, no dé todavía para ocupar al 100% de la plantilla.
Y eso que este septiembre se terminará de concretar la salida de los afectados (voluntarios) por el ERE de extinción de 350 empleos acordado hace unos meses. Son unos 150 los que tienen pendiente su marcha, desde diferentes áreas de la factoría, lo que conllevará reorganización del trabajo.
Además, entre finales de septiembre y principios de octubre se pondrá en marcha la nueva planta de ensamblaje de baterías para las versiones híbrida e híbrida enchufable del Kuga, lo que también permitirá absorber a decenas de empleados de la factoría.
La plantilla, tras el fin del último ERTE el 31 de julio, está llamada a volver al 100% a partir del turno de noche del domingo (que funciona casi en exclusiva para fabricar el nuevo Kuga), pero se asume que habrá que negociar otro expediente hasta fin de año.
Con todo, la gran noticia en la vuelta al trabajo puede ser la adjudicación este mismo mes de septiembre de un nuevo encargo que alimente la necesitada planta de motores. Hace unas semanas, antes de la parada estival, el director de Fabricación de Ford Europa, Dirk Heller, visitó la planta valenciana y existe la fundada expectativa de que Almussafes reciba el encargo del motor de gasolina GDI 2.0. Es un motor gasolina de alta cilindrada que actualmente se fabrica en Estados Unidos para su montaje en vehículos que también se facturan en Norteamérica.
De recibir este encargo, se compensaría de algún modo, durante unos pocos años, a la planta de motores, que actualmente vive con incerteza el final del encargo de los motores Ecoboost 2.0 y 2.3 cuya nueva generación, precisamente, pone rumbo a Norteamérica a partir de 2022. La planta valenciana está capacitada para fabricar motores de alta cilindrada, con lo que no exigiría mucha inversión ni modificaciones en las líneas.
Paz social
Con todo, la asignación de este motor, que todavía es solo una esperanza, sería valiosa porque confirmaría la confianza en Almussafes como factoría de motores de alta cilindrada, esto es, como sede de los futuros motores híbridos, una producción en la que aún no participan las plantas europeas de Ford y a la que aspira Almussafes para ganar tranquilidad a largo plazo dentro de la estrategia de electrificación de la compañía.
«[El 2.0 GDI] nos puede ayudar a conseguir lo siguiente, los futuros motores híbridos. Que se despeje esa incógnita y se haga oficial sería una manera de retomar el curso muy positiva», reclama Faubel, que también pone en valor la gestión de este tiempo de incertidumbre que está llevando a cabo UGT, evitando el conflicto y pidiendo soluciones tras la decesión de Detroit de relocalizar en Norteamérica los motores que aún factura Almussafes.
Por su parte, los sindicatos STM Intersindical, CCOO y CGT expresaron también su incertidumbre por el impacto de la pandemia y los rebrotes. Paco González, de STM, reclamó tanto a la dirección como las administraciones que estén «a la altura de la situación» como lo ha estado la plantilla para mantener la estabilidad en Almussafes.
Fuente original: Levante EMV